HISTORIA

Fue fundada en 1843 por Mons. Carlos Augusto de Forbin-Janson, obispo de Nancy, Francia, quien al conocer la difícil situación de los niños de China solicitó la ayuda de Paulina Jaricot, para fundar una obra con los principios de la Propagación de la Fe, pero para que los niños ayudaran a esos otros niños de los países de misión, con sus oraciones y algo de dinero al mes.

Paulina Jaricot captó la originalidad y el valor del proyecto de Mons. Forbin-Janson de hacer que los propios niños ayudaran a los niños; le alentó en su empeño y quiso ser una de las primeras asociadas.

Para la nueva Obra se eligió entonces el nombre de «Santa Infancia», poniéndola bajo la protección del Niño Jesús. Sus planteamientos iniciales fueron que los niños cristianos dieran a otros niños de tierras lejanas la posibilidad de sobrevivir, salir de la miseria, y ser bautizados y educados cristianamente.

La nueva iniciativa despertó pronto simpatías y se extendió rápidamente por numerosos países. En pocos años, la Obra se propagó por Francia, por Europa y por América; la expansión siguió en el siglo XX, y hoy «esta red de solidaridad humana y espiritual —como la calificó Juan Pablo II— está organizada en todo el mundo».

Desde un principio, la Obra tuvo el apoyo de los Papas, que han ido destacando sus logros en favor de los niños y su valor altamente educativo. Fue aprobada por Pío IX en 1846; en 1922 Pío XI la elevó a la categoría de Pontificia y en 1950 Pío XII instituyó el Domingo Mundial de la Infancia Misionera.